Hoy celebramos el Día de la Madre y también a todas las mujeres que desean, que esperan, que dudan, que sueñan. Porque ser madre no empieza con un test positivo ni con una primera ecografía. El amor más puro empieza mucho antes del primer abrazo.
En Tambre lo sabemos. Lo vemos cada día en vuestros ojos. En los silencios que lo dicen todo. En esa mezcla de ilusión y vértigo que acompaña cada paso del tratamiento de fertilidad. Y por eso, en un día como hoy, no podíamos hablar solo de maternidad. Teníamos que hablar también de vosotras.
Este Día de la Madre hemos querido rendir homenaje al origen de todo: al amor.
Ese que os mueve a cruzar fronteras, a superar el miedo, a resistir el cansancio, a mirar hacia adelante incluso cuando el cuerpo o el alma dicen basta. Ese que os convierte, ya ahora, en madres. Aunque aún no haya brazos pequeños que os llamen así.
Hemos invitado a algunas de nuestras compañeras que ya han vivido ese viaje. Les pedimos que volvieran a ese instante anterior al primer llanto, al primer abrazo, al primer «mamá». Que escribieran una carta a sus miedos. Y el resultado fue sobrecogedor.
También invitamos a dos compañeras y un compañero que aún no tienen hijos. Les propusimos algo igual de íntimo: escribirle una carta a sus madres. Y fue como abrir una ventana al alma: aparecieron el agradecimiento, la vulnerabilidad, las lágrimas y un amor tan cotidiano como profundo, tan inmenso como silencioso.
El vídeo que nació de este pequeño experimento es un espejo. Muestra cómo el miedo también puede ser una forma de amor. Cómo ser madre es, antes que nada, un acto de fe. De confianza en una misma. De entrega.
Vídeo: una carta para mamá por el Día de la Madre
El miedo puede ser una forma de amor
En el vídeo que acompaña esta campaña, hay una frase que resuena con fuerza: “El miedo puede ser una forma de amor”.
Y es que muchas de las mujeres que hoy son madres en Tambre confesaron haber sentido miedo incluso antes de conocer a sus hijos. Miedo a no estar a la altura, a no saber cuidar, a no saber amar. Pero con cada latido, ese miedo se transformó en amor.
Te quiero muchísimo
También hay palabras dirigidas a las madres que nos criaron: cartas llenas de gratitud, de reconocimiento y de ternura. Cartas que recuerdan que a veces olvidamos lo esencial: mirar a nuestra madre a los ojos y decirle simplemente “te quiero muchísimo«.
Tus abrazos han sido, son y serán siempre mi hogar
Una de las frases que más nos emocionó fue: “Tus abrazos han sido, son y serán siempre mi hogar”.
Y otra, con la que muchas mujeres de Tambre se sentirán identificadas: “Siempre supe que quería ser madre, pero tuve miedo. Sin embargo, ese miedo también me preparó para amar”.
Porque el amor de una madre, o de quien desea serlo, no empieza en el momento del nacimiento. Empieza mucho antes. En el deseo, en la entrega y también en el miedo. Y todo eso —el miedo incluido— es también amor.
Y es que hay muchas formas de maternidad. La que ya se abraza y la que aún se imagina. La que se construye en la sala de espera, en cada prueba, en los momentos de flaqueza que no detienen el paso. La maternidad visible y la que se vive por dentro. Esa que nadie ve, pero que es real.
En Tambre ponemos nombre a los sueños
En Tambre nuestro objetivo es ponerle nombre a los sueños. Ayudar a esas mujeres que lo desean a convertirse en mamás o en volver a serlo si han tenido dificultades para conseguirlo. Nuestras embajadoras y sus historias reales son el mejor ejemplo de superación para lograr ese sueño.
Si estás en mitad del proceso o si estás esperando… esta celebración también es para ti. Porque tu amor, tu fortaleza y tu entrega ya son maternidad.
Feliz día a todas las mujeres que son madres, a las que sueñan con serlo y a las que están en el camino.