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Nuestro sistema inmunitario y la longevidad

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Es nuestro sistema inmunitario: La vida se desarrolla en un ambiente poblado de toda clase de gérmenes, tanto saprofitos como patógenos, por lo que para poder sobrevivir en este medio necesitamos disponer de un sistema que nos defienda de forma eficiente de todos esos gérmenes. Hasta tan punto esto es así, que cuando se nace con un sistema inmunitario poco desarrollado o defectuoso, la vida no es posible; y si lo es, solamente en condiciones de extrema asepsia: los niños burbuja.

También, cuando por tratamientos anticancerosos, quimio o radioterapeúticos o cuando interferimos al propio sistema inmunitario para evitar rechazo cuando se hace un trasplante de órganos, se aumenta la susceptibilidad a la aparición de enfermedades infecciosas porque, disminuye nuestra capacidad de defensa.

Cuando se investiga la situación del sistema inmunitario en animales de experimentación, podemos ver como aquellos que demuestran tener unas defensas buenas viven más tiempo y en mejores condiciones que los que tienen un sistema inmunitario menos desarrollado o menos activo. Esto mismo también es válido para la especie humana.

Además, se ha visto que el sistema inmunitario va perdiendo efectividad con la edad, con lo que el envejecimiento se asocia a una disminución de las defensas y por lo tanto a un aumento de las infecciones generalmente de las vías respiratorias o urinarias. No solo eso; existen estudios en diversos grupos de edad, donde puede verse que tanto en mujeres como en varones, existe una paulatina caída de la función según vamos siendo mayores y además los valores encontrados pueden utilizarse como indicadores de la edad real de un individuo determinado. Esto es, dados unos valores determinados, de las distintas funciones inmunitarias podemos deducir ‘la edad biológica’ a la que corresponden y por lo tanto saber si esa persona es más ‘joven’ o más ‘vieja’ de lo que dice su DNI. Aquí juegan también las hormonas sexuales y algunas otras un papel muy importante.

Pero además, todo lo que signifique un sistema inmunitario mejor, se asociará también a una mayor calidad y esperanza de vida. Se dice de hecho, que probablemente sea el sistema inmunitario uno de los mejores predictores de lo que puede ocurrir en nuestra vida: Si va a ser buena y se puede esperar longevidad o por el contrario si va a ser mala y con poca esperanza de vida.

Por otro lado, disponemos de la posibilidad de influir sobre el sistema inmunitario con lo que podemos modificar hasta cierto punto su funcionamiento y por lo tanto modificar si fuera necesario nuestras experiencias vitales.

Por todo ello es muy importante poder saber cómo funciona. Esto se consigue, no conociendo únicamente el número de los distintos componentes del mismo (leucocitos, macrófagos, monocitos, linfocitos, neutrófilos, etc.), sino investigando lo que son capaces de hacer, esto es si pueden ‘comerse’ a las bacterias patógenas (fagocitosis), si pueden destruir a células tumorales (actividad NK) y sin son capaces de multiplicarse en presencia de una infección (linfoproliferación). Todas estas funciones pueden medirse, pero solamente en centros altamente especializados como el Dpto. de Fisiología de la Facultad de Biológicas de la UCM.

Con la información que nos proporciona este laboratorio, podemos no solamente determinar la edad biológica de un individuo sino también administrar al paciente la medicación adecuada para mejorar su función. Vitaminas, antioxidantes, hormonas, pero también dieta y ejercicio, pueden modificar muy bien su funcionamiento y de esta forma mejorar las perspectivas vitales del paciente.

Dr. J.A. Fernández Tresguerres, endocrinólogo