Dra. Ángela Llaneza

Vengo de una familia de médicos y la medicina y la visión del mundo del médico siempre han estado presentes en mi vida. Nunca quise ser médico pero cuando tuve que elegir una carrera comprendí que los conocimientos que quería tener sólo podría adquirirlos estudiando medicina.

Entré en la carrera pensando ser endocrinóloga, que son quienes se ocupan del sistema endocrino, las hormonas y la comunicación dentro del cuerpo por así decir.

Pensaba que ginecología y obstetricia no me iba a gustar, pero en cuanto empezamos la asignatura me fascinó. Es una especialidad que permite ocuparse del cuidado integral de la mujer en todas las etapas de la vida y además nos permite también ayudar a traer vida al mundo. La ginecología es una especialidad muy extensa y con varias especialidades y una de ellas es la endocrinología y medicina reproductiva. Antes era la gran desconocida para los médicos residentes.

Desde el momento en que llegué a ella supe que era lo que quería hacer porque me permitía aglutinar varias inquietudes científicas e intereses profesionales.

Tambre es una clínica que es parte de la historia de la reproducción asistida en España, con más de 40 años de experiencia. Todo ese aprendizaje se ha transmitido y persiste hoy en el laboratorio, elemento fundamental de cualquier centro de alto nivel. A nivel clínico, contamos con una plantilla de médicos apasionados por la reproducción asistida. Están subespecializados en esta especialidad, y acumulan años de experiencia. Se han formado con leyendas de este campo y, a ese saber hacer aprendido de los mejores, se añade el estudio constante que la pasión exige.

Ponemos el foco en el cuidado integral de las pacientes, su éxito es el nuestro, pero no podemos llegar al éxito a cualquier coste. Apostamos por la tecnología y diversas fórmulas para conseguir que la búsqueda y consecución de un embarazo sean un camino lo menos arduo y largo como sea posible.

Recuerdo perfectamente mi primera beta positiva y numerosos casos de éxito. Las betas positivas a veces llegan antes y a veces exigen más tiempo, pero siempre son una grandísima alegría. No te puedes acostumbrar a ellas porque detrás de cada beta positiva hay una historia única de cada paciente.

Son 3: el primero, la incertidumbre de los tratamientos, cuándo llegará el resultado positivo, el ir superando un paso detrás de otro; el segundo es el coste, son tratamientos caros porque se requiere una alta inversión en tecnología para tener un laboratorio, para trabajar con la máxima seguridad y para ofrecer las máximas garantías con los gametos y los embriones; y el tercero es el desgaste psicológico derivado de los dos anteriores factores.

Recuerdo perfectamente todos los casos en los que más hemos tenido que luchar por esa beta positiva y por ese bebé en casa. No me siento orgullosa porque es un trabajo de equipo, me siento feliz de que estos pacientes hayan conseguido su objetivo.

La investigación en la clínica es fundamental porque necesitamos mejorar nuestros conocimientos sobre los procedimientos que hacemos a diario. Necesitamos saber más sobre la fisiología y fisiopatología de la implantación embrionaria, necesitamos mejorar la selección de los gametos y los embriones, mejorar las predicciones y las estimaciones porque de esas lagunas se derivan ineficiencias en los tratamientos que repercuten en el coste psicológico y emocional para los pacientes.

Creo profundamente en la ciencia. Soy muy crítica con las ineficiencias, pero la experiencia y el estudio me dan herramientas para poder buscar soluciones y seguir adelante ayudando a los pacientes, y sé que en la mayoría de los casos, haciendo determinadas cosas, el bebé llegará. Además, es inevitable sentirse fuerte cuando tienes a personas delante tan determinadas a conseguir su sueño de ser padres.

Disfruto pasando tiempo con mi familia y con mis animales. Me gusta dar largos paseos en la naturaleza. Siempre estoy escuchando música, intento leer tanto como pueda y soy una gran amante del cine.